Diario de un putilla by Albin

Colaboración que realicé en su día para “Los Miércoles Fotográficos”. Se ha recuperado el texto pero no las fotos.

7.45 Mi padre entra en la habitación, toca la campana para despertarme, lanzo la almohada y le rompo las gafas.

7.47 Me dirijo al cuarto de baño, me bajo los pantalones del pijama, miro… no estoy en condiciones, mejor empiezo con la ducha.

7.49 Entro en la ducha y con el sonido del agua … ha sido mala idea posponer las necesidades fisiológicas.

7.51 Me recreo pensando en que ambos desagües confluyen.

8.11 Ingiero centenares de millares de gotas de una solución de extracto de ubre de vaca virgen con café en polvo y granos de azúcar.

8.21 Abandono el área de descanso provisto de documentación, dinero, sistema de comunicación móvil y una tarjeta magnética que me autoriza a subir al autobús sin rendir cuentas de ningún tipo.

8.30 Para mi asombro, el autobús pasa puntualmente, asciendo decidido a sacar tema de conversación a una chica a la que fingiendo ser un caballero he dejado subir delante de mi.

8.31 El conductor, que me reconoce de recogerme cada mañana, decide sacarme  conversación y no me suelta hasta llegar a mi parada.

8.45 La muchacha se baja y camina con el mismo vector dirección que yo pero en sentido contrario.

8.50 Abro la cerradura de la puerta de la empresa, pulso disimuladamente el botón de un mando que llevo escondido en el bolsillo y ante la indiferencia de los peatones actúo como si estuviera subiendo la persiana con telequinesia.

8.51 Echo un vistazo, huele a tabaco, el aire es denso, la temperatura es alta en contraste con el exterior. Sin noticias del jefe.

8.53 Me siento con la mente despejada. Haber dejado el ordenador encendido me permite comenzar sin dilación y aprovechar el silencio que reina aquí y ahora.

8.54 Completamente centrado en la implementación de diversas marcas a diferentes niveles de zoom.

8.55 Llega la encargada de abrir la empresa, saluda a voz en grito desde el piso inferior.

8.56 Su presencia no consigue distraerme ni un ápice.

9.15 Llega un compañero, charlamos.

9.25 Viendo que empieza la procesión, decido revisar el correo. Sin noticias del jefe.

9.35 Llega otro compañero, charlamos.

9.45 Sigo revisando el correo. Sin noticias del jefe.

9.55 Llega otro compañero, charlamos.

10.05 Sin noticias del jefe. Va siendo hora de retomar el trabajo.

10.15 No me apetece trabajar, me levanto, estiro las piernas, me hago la idea, me siento.

10.20 No puedo instalar el plugin hasta que me explique mejor cómo se licenció. Sin noticias del jefe.

10.25 Me he puesto con otro proyecto pero no tengo claro cómo continuar, necesitaría resolver algunas dudas. Sin noticias del jefe.

10.35 Tengo ganas de orinar.

10.40 Vuelvo del aseo. Sin noticias del jefe.

10.45 Tengo tanta hambre que empiezo a roer un lápiz.

11.15 Me paro a pensar que debo estar de racha, llevo 30 minutos trabajando. Sin noticias del jefe.

11.20 Tengo que atender a un compañero. Si fuera supersticioso supondría que al concienciarme de mi suerte yo mismo la condené a desaparecer, menos mal que soy intelecto puro y comprendo que todo era cuestión de estadística, de hecho se ha cumplido exactamente t(c) = RPM x 5 ^ -e

11.25 Intento continuar con lo que estaba haciendo. Sin noticias del jefe.

11.30 Ya no me queda lápiz, decido empezar el sándwich.

11.31 Me realizan una consulta para la no sólo necesito pensar, sino también usar el teclado y hablar.

11.33 Me acabo el sándwich.

11.35 Finalizo el servicio de atención al compañero.

11.45 Lejos de desmoralizarme, estoy completamente concentrado en … ah si… la implementación de bla, bla, bla.

11.55 Tengo que atender a un compañero.

12.00 Retomo el pensamiento de las 11.20

12.05 Decido poner música. Sin noticias del jefe.

12.15 Mi nivel de concentración me permite cantar mentalmente en inglés mientras resuelvo las complejidades de situar puntos dinámicos sobre mapas de Google.

12.20 Tengo que atender a un compañero.

12.25 Decido no pensar más en porqué la vida es así. Sin noticias del jefe.

12.45 Por un segundo pienso que llevo 3 canciones completas sin parar de trabajar.

12.46 Al despertarme de mi aletargamiento reparo en que llevo un rato conteniendo la orina.

12.50 Mirando los azulejos del baño pensando en funciones, clases y objetos, llevo un rato sin soltar gota, mi metabolismo ha olvidado para qué habíamos venido aquí.

12.55 De regreso a mi confortable silla, me siento a gusto, creo que puedo escribir código sólo con la mirada.

13.00 Tengo que atender una llamada, es de un compañero.

13.05 Tengo que atender una llamada, es de un cliente.

13.15 Comienzo a escribir un correo al cliente para avisarle de la incidencia resuelta.

13.16 Me interrumpe un compañero.

13.18 Bajo su atenta mirada intento resolver su problema.

13.25 Contento con mi solución pero no bastando con un agradecimiento verbal, comienza una conversación filosófica sobre las vicisitudes que han originado su error.

13.40 Retomo mi trabajo.

13.50 Observo que no había enviado el correo que había comenzado a escribir, lo termino mientras mantengo una conversación con un compañero que me está preguntando algo sobre en lo que no puedo pensar porque tengo mi cabeza centrada en acabar el correo y finalizar la tarea que me había propuesto terminar antes de las 11.00

13.55 Aparece el jefe con los ojos desorbitados, me disculpo por tener que irme y acordamos tratar un tema urgente por la tarde.

16.00 La puerta de cristal se abre automáticamente al aproximarme pero a mi me hace ilusión mover los brazos como si hubiera alguna relación entre ambos hechos. Me importa un bledo lo que opinen los viandantes.

15.59 El jefe me ha olido, está a la espera, me trinca por banda … (ahora sigo)