Cambio horario
De las calles que solían estar difusamente iluminadas, salía esta mañana una bocanada de luz. Las floristerías del Ayuntamiento habían abierto, en la tienda Etam de la calle San Vicente estaban cambiando el escaparate, no habían perros en el parque de la biblioteca del viejo hospital, y estaban regando las palmeras del Muvim.
Todo brillaba diferente, y me preguntaba si habían olvidado atrasar sus relojes una hora.