Austria, zona Tirol

En alemán Austria se llama Österreich que significa «el reino del este»,  yo iba a visitar la zona oeste, así que el nombre en clave de este viaje fue «Westerreich».

El viaje duraba 9 días útiles, cuatro noches las dormiría en Innsbruck, tres en Mittersill, la última en Hallstat, más una adicional en el aeropuerto de München. Procuré dormir centrado respecto a los lugares que quería visitar aunque una vez más acabé siendo el corre-caminos con días de casi 450 kms.

El tipo de turismo consistía en recorrer la zona en coche para ver el paisaje: pueblos, lagos, vacas y montañas … no en hacer rutas andando ni en bicicleta como disfrutaban muchas personas que me encontré.

 

Día 1. Llegada a Innsbruck desde München con paradas en algunos pueblos.

De camino encontré las primeras nubes y las primeras elevaciones protuberantes que me impresionaron y tomé las primeras fotografías sin imaginarme lo que vería en los siguientes días.

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Me detuve según lo previsto en Alpbach y Achensee.

Alpbach me pareció un pueblo encantador, con sus casas de madera, sus floridos balcones, … pero me supo a poco.

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Achensee es un lago inmenso rodeado por montañas de altura intermedia, es decir contundentes pero bajas para ser el Tirol. Allí vi los primeros practicantes de parapente y las primeras nubes recogiéndose en las laderas. Al lago llega un tren de vapor que recorre algunas poblaciones previas. Pese a ésto, no parecía un lugar demasiado orientado al turismo, pues sus habitantes paseaban y hacían pic-nic apaciblemente.

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Finalmente llegué al hotel en Innsbruck. La ciudad está en un valle entre dos sierras y el hotel estaba en una ladera urbanizada, a unos cientos de metros sobre la ciudad, ofreciendo unas vistas muy interesantes en días nublados.

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Día 2. Incursión en Baviera.

El primer destino fue Zugspitze que es un mirador a los Alpes que han construido los alemanes en la cima de su montaña más alta. El precio por subir y bajar es 53 euros, que están justificados por toda la infraestructura que han realizado. Puedes subir con un tren que recorre un tunel largo a través de la montaña y bajar con un teleférico. Lo más curioso es que una familia pague el equivalente a sus tickets y cuando llegue arriba aún le queden ganas de comer en el restaurante. Ah sí, hay unas vistas brutales.

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Por el camino me paré en Mittenwald, un pueblo con muchas casas de fachadas pintadas. Entre tejados asoma una imponente montaña, de laderas muy pronunciadas, como será habitual ver durante el viaje, pero a mi aún me sorprendía.

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Finalmente llegué al segundo destino, Oberammergau es otro pueblo con casas de fachadas pintadas. Ambos están orientados al turismo. Encontré este último con festividades, mientras que el anterior lo había visitado con la calma matutina, por eso volví a visitarlo por la tarde, a tomarme un helado, y verlo más animado.

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A última hora aún me di un paseo por Innsbruck y de vuelta al hotel me dio las primeras vistas de las nubes sobre la ciudad.

Día 3. Incursión en el parque nacional Hohe Tauern.

Fui directamente a ver las cataratas de Krimml. Tuve que pagar 9 euros por el acceso a una carretera privada, 5 euros por aparcar, y unos 12 euros de entrada. El acceso es bastante turístico, con un centro de información, restaurantes y tiendas de recuerdos, pero una vez empiezas el recorrido, te sientes en medio de la naturaleza, aunque el camino está vallado, el suelo está sospechosamente liso, encuentras bancos donde sentarte y en puntos concretos surgen balcones-miradores. En la zona más alta vuelve a haber algún kiosko y algún restaurante tras los cuales la gente aprovecha para refrescar los pies en el río.

Contando que continué el camino un poco más, me costó 2 horas subir y 1 hora bajar con mis 150 fotos y una muy agradable sensación de haber hecho un buen recorrido.

krimml-dia3-a krimml-dia3-b krimml-dia3-cComo aún quedaba día, me pasé a ver Kitzbühel, un pueblo con casas de fachadas de colores y una zona antigua bastante grande.

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Luego estuve en un lago descansando apaciblemente y practicando uno de mis aficiones durante los viajes.

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Finalmente pasé por Rattenberg, que me lo había saltado el día 1 y también tiene su encanto. Tienen una capilla enclavada en la roca y una iglesia en una loma.

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Y de vuelta al hotel esta espectacular tormenta sobre Innsbruck que derivó en una niebla espesa.

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Día 4. Ruta de paisajes.

Hasta aquí llegó «el buen tiempo». Durante los próximos días no veré el sol hasta volver a München ni sobrepasaré los 14ºC. Sinceramente, me alegro porque me ha permitido tomar algunas fotos impresionantes, pero en algún momento hubiera agradecido que no lloviese. Aunque suelo llevar botas de montaña, chubasquero, paraguas, … no esperaba despertarme a 6.5ºC.

Me dirigí hacia Ochsengarten, pasando por Kühtai, Sellrain y similares encontrándome prados, vacas, nubes, empinadas laderas, riachuelos, … y haciéndome disfrutar de un paisaje tan diferente del mediterráneo y de la ciudad.

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Aún quedaba día y me puse a recorrer las aldeas próximas a Innsbruck: Natters, Matters, Wattens, Hall in Tirol, Ampass, …

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Día 5. Alrededores de Mittersill.

Generalmente no había mucho que hacer por la tarde-noche así que me estaba acostando pronto, sobre las 22.30, si sumas 8 horas bien dormidas, te despiertas a las 6.30, desayunas a las 7.15 y te cunden 14 horas … pero la noche de antes me había acostado aún más pronto y no dormí demasiado así que salí del hotel sobre las 4.30 am. a tiempo de ver amanecer y sorprenderme más veces aún con las nubes y los pueblos bonitos.

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Zell am See tiene sus casas bonitas, su palacio de congresos que luce fuera de lugar y, como promete su nombre, un lago contundente. El pueblo me pareció demasiado orientado al turismo, aunque me los encontraría más exagerados en otros largos como comentaré después.

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Cerca está Kaprun con su presa hecha turismo pues parece que el agua discurre por un desfiladero en el que han puesto unos pasillos de madera a lo largo de los cuales puedes caminar. El ticket cuesta 20€ y me pareció caro así que no entré. El parking de muchas plantas es gratuito pero infame.

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Después llegué a Uttendorf, un pueblo bonito, sencillo, con un lago abierto al público donde jugar, bañarse, pasear, hacer yoga, …

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Y tras comerme una Bratwurst seguí explorando los alrededores adentrándome en un camino, como hice el día anterior, que resultó llegar a Enzingerboden, una presa a casi 1.500 metros sobre el nivel del mar, de la cual sale un funicular a lo alto de una montaña, pero la visibilidad era complicada…

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Al llegar al hotel aún quedaba día así que pasé la tarde por el pueblo, me hice afeitar, vi un pequeño museo, encontré unas personas cantando, otras tocando las campanas, … Me encanta despertarme por las mañanas y ver vacas pastando desde mi ventana. En ambos hoteles tenía vistas a ganado y a un arrollo que se escuchaba por las noches si abrías la ventana, aunque este con más encanto. No lo pretendía al reservar, pero me alegró al encontrármelo.

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Día 6. Día de Lagos.

Estaba planificado ir a ver el Grossglockner (casi 3.800 metros) como quien está en un pueblo de Teruel y piensa en visitar Javalambre, pero en la práctica no era tan viable por el clima. Había disfrutado mucho de los paisajes que me éste había brindado pero no le veía sentido a dar más vueltas por la zona así que adelanté la vista a los grandes lagos, Wolfgangsee y Attersee pensando, como sucederá, darme un paseo bajo el paraguas. Las fotos son de St. Gilges y Wolfgang. También visité Bad Ischl pero uf…

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Día 7. Königsee.

Esta excursión fue totalmente improvisada. Hace años había escrito en Gramática Alemana sobre St. Bartholomä, una capilla en una isla en medio de este lago.

El lugar es bastante turístico, el parking cuesta 1 euro por 1 hora, 2 euros por 3 horas y 5 euros todo el día. Así que llegas, pagas 1 euro, cotilleas el centro de información, las tiendas de recuerdos, heladerías, restaurantes, incluso un Gasthof, miras que hay rutas en barco y decides que has de volver a pagar en el parking por el día completo.

Una vez en el barco, todo cambia, regresa el silencio, te dejas abrazar por las montañas, y la isla es bastante frondosa. Hay un par de rutas, a otras capillas más altas, desde las cuales ver el lago, y a un altar hecho en hielo que nunca se derrite. Pero no hace falta tanto, sólo dar una vuelta por la isla ya es un paseo muy agradable, y salir de allí antes del diluvio.

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Día 8. Hallstatt, el destino predilecto.

Aunque tenía mucha curiosidad por el lugar, pues aparece destacado en infinidad de catálogos y folletos, me tomé con calma el camino, he hice un par de paradas.

Por un lado una última visita al Enzingerboden, después algunas paradas para visitar un pequeño aeródromo, una catedral, un palacete y una cueva.

La cueva que pertenece a un hombre que sólo te deja entrar en su territorio para ir a su cueva, sin perros y sin pisar caracoles. Cuando llegas, te cuenta que toda la adaptación del camino la ha hecho él, que no ha recibido ninguna ayuda económica, y te pide una donación de 2 euros salvo que compres la entrada a la cueva. No me entretuve a visitarla pero el entorno es precioso.

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Aún hice una penúltima parada, sintiendo la presión por llegar a Halstatt, pero tenía que hacerlo y no me arrepentí en absoluto. En Gosau hay un lago precioso, con parking gratuito y sólo un kiosko de recuerdos y un Gasthof. Vorderer Gosausee cuenta con un recorrido plano a su alrededor que puede hacerse en 1 hora sin gran esfuerzo. Me encantó la sensación que me trasmite pues está rodeado por unas montañas, no muy altas, pero suficiente para sentirte abrazado por la naturaleza.

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Para ser un pueblo tan popular, me llamó la atención que no lo ves indicado en ninguna señal de tráfico hasta que estás bien cerca. En las fotos parece un pueblo modesto de cuatro calles con sus casas a orillas del lago. Cuando llegas encuentras una señal de Parking número 4, luego Parking número 3, luego un tunel largísimo con un mirador en medio, y cuando sales ves indicaciones al Parking 1, creo que el parking 2 estaba en el tunel, a la altura del casco antiguo. Yo aparqué junto a una gasolinera y me dijo la mujer que en el parking había una oficina con un interfono, que llamase y vendría un Shutter a recogerme y llevarme al hotel porque no podía entrar en el casco antiguo con el coche. Así lo hice. Por el camino el taxista apartaba turistas que se aglutinaban en el paseo a la vera del lago. El transporte fue, gratis.

La sensación mejoró después, aunque prácticamente todo el casco histórico está destinado a la hostelería y restauración, llegas a olvidarte de que existe el tunel y que hay un funicular que te sube a la cima para ver el lago y el pueblo. No está tan aislado como parecía, pero el entorno es muy bonito también, sin ser casas como las vistas los primeros días.

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Día 9. Regreso a München.

Me desperté en Halstatt temprano. Sobre las 6.15 sonaron campanadas que no volvieron a sonar. Pensé que era su manera de achuchar a los turistas para que desayunen a las 7.30. Me esperaba un día así de hermoso…

Hallstat nublado

No le encontraba sentido a querer subir con el Seilbahn (funicular) para ver el pueblo y el lago desde alto, ni tampoco a regresar al lago en Gosau, incluso descarté la parada en Salzburg para ver Hellbrunn, así que me apresuré a volver a München y pensé aprovechar el tiempo que ganaba para visitar de nuevo el Englischer Garten, la Hofbräuhaus y sus dos ayuntamientos.

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Curiosidades.

Me han tirado mucho las luces. En un país donde el límite de velocidad es 100 kms/h, en carreteras de 80 kms/h con un sólo carril, conduciendo a la máxima velocidad, me tiraban las luces y hacía cola.

En varias ocasiones que mencioné ser español, se despidieron de mi diciendo ciao.