Recuerdo de la infancia que mi colegio estaba en medio de la nada, salvo por un convento al que pertenecían mis profesoras y una autovía. De pronto, un día comenzó a ‘crecer’ una finca en las proximidades y pensé ‘así es como nacen las ciudades’.
Poco tiempo más tarde tuve que abandonar aquel colegio. Bastante tiempo despúes supe que aquel barrio se llamaba ‘La coma’, que si entrabas era mejor no llevar nada valioso, más que tu propia vida, y aún eso podrían robarte.
Anoche estuve cenando en casa de una pareja amiga mía, a escasos 50 metros de mi primer colegio que ahora está rodeado de urbanizaciones con vigilancia privada y un enorme centro comercial.